Anfiteatro romano de Tarragona. Historia, visita y aspectos prácticos.

El Anfiteatro romano de Tarragona es uno de los vestigios de la antigua Tarraco romano que mejor han llegado a nuestros días y una de las visitas imprescindibles de Tarragona, una ciudad a la que debéis dedicar un día entero.

En este post os vamos a contar acerca de la historia del Anfiteatro romano de Tarragona y los datos prácticos acerca de cómo visitarlo.

Cómo visitar el Anfiteatro romano de Tarragona.

En la actualidad, no es posible visitar el Anfiteatro Romano de Tarragona desde la arena, de manera que hay que conformarse con disfrutar de unas buenas vistas desde un par de balcones panorámicos. Eso sí, las vistas resultan espectaculares, de manera que podéis observar perfectamente cómo era éste lugar.

El mejor balcón es el que hay en la parte oeste del anfiteatro, en la Vía William Bryant. En cuanto os acerquéis, veréis que no tiene pérdida.

Sin embargo, una buena manera de conocer el Anfiteatro romano de Tarragona es apuntándose a una de las dos visitas guiadas por Tarragona:

Anfiteatro romano de Tarragona

En este post podéis leer más acerca de las visitas guiadas por Tarragona.

El Anfiteatro romano de Tarragona en la Historia.

Tarraco, la ciudad romana que se asienta en la actual Tarragona, fue una población fundada en el mismo lugar donde ya había existido un poblado ibero.  Con el tiempo, lo que había sido un destacamento militar se convirtió en una importante capital provincial, con sus murallas, dos foros (el provincial y el local) y todo tipo de servicios, incluido los lúdicos.

Entre los lugares de entretenimiento favoritos para los ciudadanos romanos, conocidos son los anfiteatros. De esta manera, el anfiteatro romano de Tarragona (o mejor dicho, de Tarraco) fue edificado en el siglo II.

En aquel momento, las murallas hacía ya bastante tiempo que habían sido construidas, de manera que se tuvo que buscar un lugar en la parte exterior de las mismas. El emplazamiento no podría ser mejor, en una gran explanada junto al Mar Mediterráneo.

Las dimensiones y capacidad del nuevo anfiteatro de Tarragona estaban a la altura de la ciudad, que era capital de la provincia romana Tarraconesis, que ocupaba dos tercios de la Península Ibérica. Aproximadamente, unos 16.000 espectadores podían darse cita en las competiciones de gladiadores (entre otro tipo de espectáculos) que se celebraban en este anfiteatro romano de Tarraco. No está nada mal, si tenemos en cuenta que la ciudad contaba con unos 40.000 ciudadanos.

Las dimensiones del Anfiteatro romano de Tarragona eran de unos 109,5 metros de radio mayor por 86,5 metros de radio menor (las arenas de los anfiteatros romanos eran elípticas). Podemos observar también un gran pórtico de entrada en uno de los lados del anfiteatro, que era por donde entraban los gladiadores; y una segunda gran obertura, que era por donde salían.

Sin embargo, en el Anfiteatro romano de Tarragona no solo se realizaron luchas de gladiadores, si no otro tipo de espectáculos, incluidos algunos con fieras, que habían llegado al puerto de Tarraco procedentes de las colonias romanas del norte de África.

Además, el Anfiteatro romano de Tarragona albergó también ejecuciones públicas, incluidas las de algunos mártires cristianos, en un momento en que esta religión estaba prohibida y perseguida. Se sabe, por ejemplo, que en el año 259 fueron quemaron vivos el obispo Fructuoso y sus diáconos, Augurio y Eulogio.

El Anfiteatro romano de Tarragona tras la caída de Roma.

Tras la caída del Imperio Romano, el Anfiteatro romano de Tarragona cayó en desgracia, siendo víctima de múltiples saqueos. De hecho, muchas de las viviendas de la ciudad fueron construidas con los sillares procedentes del circo romano de Tarragona o del anfiteatro romano de la antigua Tarraco.

Durante aquel periodo, sobre la arena se alzó una iglesia visigoda y, sobre esta, la iglesia medieval de Santa María del Miracle, de la que aún se puede ver parte de su estructura.

Con el tiempo, el viejo Anfiteatro romano de Tarragona quedó sepultado y casi que se perdió su huella. De hecho, no fue hasta 1951 cuando se empezaron con las excavaciones sistemáticas de la zona, a fin de sacar a luz lo que en su momento fue uno de los anfiteatros romanos más importantes de la Península Ibérica.

Hoy en día, además de ser la sede del festival Tàrraco Viva, es uno de los lugares más importantes que ver en Tarragona. Y junto al Acueducto de les Ferreres, el vestigio romano más importante de aquel periodo histórico.

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