El Castillo de Montjuïc, un mirador excepcional en lo alto de Barcelona

La ciudad de Barcelona es un libro apasionante que aguarda ser leído, un espacio heterogéneo y fluctuante que no cesa en su empeño de evolucionar. La capital catalana nos ofrece una gran cantidad de ofertas culturales y de ocio, como por ejemplo sus playas abarrotadas, su gran patrimonio modernista o sus fiestas populares, como es el caso de la Festa Major de Gràcia con más de 200 años de historia. Más allá de los espacios populares que presenta la orografía barcelonesa, encontramos otros que no constan con tanto ímpetu en las guías turísticas. O que al menos quedan a la sombra en relación a las principales joyas que presenta la ciudad.

En Barcelona existe una montaña que nunca ha sabido integrarse del todo dentro del ecosistema ciudadano; un promontorio maldito y marcado por una profunda leyenda negra. Un espacio que no ha aprendido a reinventarse a pesar de los esfuerzos incesantes de los dirigentes locales. Hablamos de la montaña de Montjuïc, un monte que fue redescubierto en el marco de la Exposición Universal de Barcelona de 1929. Este evento propició la aparición de nuevos elementos urbanos, como es el caso de la Plaza de España o el Museo Nacional de Arte de Cataluña, elementos inseparables ya del subconsciente colectivo de la ciudad. A pesar de la aparición de estos nuevos elementos iconográficos, en la cima de la montaña seguía existiendo -majestuoso- un edificio que mantiene todavía hoy su impositiva presencia. Hablamos del Castillo de Montjuïc, un espacio marcado por la tragedia a lo largo de los últimos 150 años; una edificación que lucha por convertirse en un equipamiento cultural más de la ciudad, obviando su oscura historia.

Si tomamos el funicular de Montjuïc o el autobús 150 desde Plaza España nos situaremos en la cima de Montjuïc, a 192 metros sobre el nivel del mar. Esto nos ayudará a comprender por qué se edificó esta fortaleza militar en este punto. Los orígenes de este emplazamiento los debemos ubicar en el año 1073, cuando un pequeño faro de luz avisaba a los ciudadanos de la Barcelona medieval si se acercaba algún tipo de peligro por mar.

La segunda construcción defensiva la podemos situar en el marco del Conflicto de los Segadores, concretamente en 1640. La tercera -y definitiva- es la que podemos ver en la actualidad, una fortaleza construida bajo el reinado borbónico entre los años 1752 y 1779. Después de la Guerra de Sucesión había que dotar a la ciudad de un elemento defensivo que ayudara a eliminar las posibles amenazas exógenas que pudieran atacar la ciudad.

Castell MontjuicFoto: Pixabay //Dominio público

Con el paso del tiempo este espacio se convirtió en un elemento represivo que mermó las aspiraciones democratizadoras de la sociedad del momento, adquiriendo una leyenda negra y convirtiéndose en uno de los puntos más oscuros de la ciudad. Su historia es ya inseparable de varios dirigentes que han visto allí el fin de sus días. Pero dejando de lado su trágica historia, actualmente, y gracias a su magnífica localización, nos ofrece las mejores vistas de la ciudad. Cientos de miles de personas se acercan cada año para visitar su centro de interpretación y fotografían la Ciudad Condal desde la terraza. Especialmente destacable es la visita guiada que se realiza, gracias a la cual podemos visualizar espacios que normalmente se encuentran cerrados al público. Entrar en los calabozos y analizar los escritos que allí se encuentran es un ejercicio inolvidable. El Patio de Armas del Castillo también dispone de varias exposiciones temporales que guardan relación con la temática histórica o cultural, ayudando a conocer mejor hechos que guardan relación con el pasado del territorio. Actualmente podemos encontrar una muestra histórica sobre Francisco Ferrer Guardia y otra fotográfica sobre distintos paisajes de España.

Sin duda es una visita altamente recomendable y enriquecedora que nos ayudará a tomar perspectiva sobre cómo ha evolucionado Barcelona y cómo ésta se ha integrado en el ecosistema marítimo los últimos años. También podréis realizar una foto con los cañones que alberga la fortaleza y llevaros así un souvenir que se aleja del tradicional obsequio modernista.

Foto portada: Photo by Puigalder, Public Domain

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