Visitar el Circo Romano de Tarragona y sus bóvedas.
El Circo Romano de Tarragona es una de las visitas imprescindibles de Tarragona. O mejor dicho, de la Antigua Tarraco, la ciudad romana que fue capital de la provincia de la Hispania Citerior durante la época en que Roma dominó el Mediterráneo.
De hecho, junto al Anfiteatro Romano de Tarragona, se trata del vestigio mejor conservado de aquella época (si exceptuamos el Acueducto de les Ferreres, que se ubica en el extrarradio de la ciudad).
Lo que convierte en peculiar y casi único en el mundo este Circo Romano de Tarragona es que podremos observar no solamente parte de sus graderías, si no también el conjunto de bóvedas que permitieron su construcción.
Para visitar el Circo Romano de Tarragona hay que pagar entrada. Sin embargo, esta está incluida en la visita guiada a la Tarraco romana, que además es muy barata, por lo que os saldrá a cuenta contratar este tour.
Circo Romano de Tarragona. Historia.
El circo romano era una de las infraestructuras que no podían faltar en ninguna gran ciudad romana. Se trataba del lugar destinado a las carreras de caballos y carros (las que podemos ver en películas como Ben Hur).
El Circo Romano de Tarragona fue construido en el siglo I dC, en la época del Emperador Domiciano, y estuvo en activo durante más de tres siglos. Este circo romano tenía unas dimensiones francamente sorprendentes: unos 325 metros de largo por 115 de ancho. Es decir, cuatro veces más largo que un campo de fútbol. Hasta 30.000 espectadores podían darse cita en el Circo Romano de Tarragona. No está nada mal, si contamos que en la época de mayor esplendor, Tarraco era poblada por unas 40.000 personas.
Con la decadencia de la Antigua Roma, el circo fue saqueado en buena y sus piedras y sillares fueron integradas en muchas de las edificaciones que se alzaron durante los siglos siguientes. Sin embargo, en la actualidad se han podido recuperar parte de las graderías de aquel antiguo Circo Romano de Tarraco, que actualmente queda integrado dentro del núcleo urbano de la ciudad.
Quizá la parte mejor conservada de la gradería la encontraréis al final de la Calle del Tinquet Nou, donde se ubica parte de lo que fue una de las curvas del Circo Romano de Tarraco. Sin embargo, una curiosidad es que vamos encontrando trocitos del circo (y de sus bóvedas) en varios restaurantes y comercios de la ciudad. Por ejemplo, en el restaurante Les Voltes, esta situado en las bóvedas del circo.
Visitar el Circo Romano de Tarragona y sus bóvedas.
Sin embargo, no hay que olvidar que para visitar el Circo Romano de Tarragona no solo os debéis conformar en esta gradería, si no que merece la pena visitar las bóvedas del mismo. Este lugar resulta francamente fascinante y es casi único en el mundo entero.
Encontraréis la entrada a las bóvedas del Circo Romano de Tarraco al final de la Rambla Vella, junto a la Torre de les Monges.
Lo que encontramos aquí era la estructura que soportaba las gradas del circo romano. Estamos hablando de al menos don enormes tramos, perfectamente restaurados, que quedaban justo por debajo de una de las curvas del circo (el primer tramo) y del tramo largo longitudinal (el segundo tramo). La verdad es que resultan una maravilla el estado de conservación de estas bóvedas, que en el tramo largo alcanzan un centenar de metros de longitud.
Para entender la importancia y el estado de conservación de este conjunto de bóvedas, basta indicar que este lugar fue utilizado como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil Española.
Además, una de las salas anexas al tramo largo de bóvedas es utilizada para presentar un audiovisual que versa sobre la historia del Circo Romano de Tarragona. La verdad es que resulta una maravilla.
Lo dicho, si vais a visitar los lugares más importantes que ver en Tarragona, resulta imprescindible visitar el Circo Romano de Tarraco. Y no solo la parte visible como gradería, sí no también este conjunto de bóvedas cuya conservación resulta casi única en el mundo entero.